¿La construcción o la refundación? de MICHELET MONTINA| JobPaw.com

¿La construcción o la refundación?


La conferencia de donantes para el nuevo futuro de Haití, celebrada el pasado 31 de marzo en Nueva York, ha dado paso a la refundación o a la reconstrucción de Haití. Es pues el momento de preguntarse ¿quienes serán los arquitectos y ártífices que van a diseñar y ejecutar este proceso?.¿Serán apoyados el gobierno haitiano y las organizaciones sociales, para que tomen las riendas de su propio destino y puedan poner fin a siglos de injerencias e imposiciones de potencias extranjeras y de los organismos internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, etc.), que les han llevado al empobrecimiento y dependencia más absoluta?. ¿O serán estos mismos actores, ahora salvadores, los arquitectos de la reconstrucción?.

Y la segunda cuestión que habría que preguntarse y bien podría responderse con las anteriores cuestiones, es ¿sobre qué estructuras de relaciones se va a reconstruir o refundar Haití?. ¿Sobre las mismas injustas y dependientes estructuras, al servicio de intereses exteriores y de una élite nacional, sobre las que se han ido construyendo siglos de miseria y pobreza y sobre las que acontecimientos como pasado terremoto del 12 de enero de 2010, han demostrado ser tan frágiles y vulnerables, ocasionando una de las mayores tragedias humanitarias de las últimas décadas?. ¿O por el contrario, debemos aprovechar esta terrible catástrofe y demoler esas terribles e injustas estructuras, causantes de la miseria y la pobreza en la que vive el pueblo Haitiano, y de una vez refundar Haití sobre unas nuevas estructuras basadas en unas relaciones internacionales más justas y equitativas, que permitan el fortalecimiento del estado haitiano, y su desarrollo social, económico y político?.

Lo que el terremoto nos desveló: causas del empobrecimiento de Haití.

Antes del terremoto Haití era un país moribundo, el país más empobrecido de América, ocupaba el puesto 149 de 189 países, según el Índice de Desarrollo Humano de PNUD. El 80% de su población se encuentra bajo el umbral de la pobreza (entre 1,25 dólares y 2 dólares al día), con una esperanza de vida menor de 60 años, en el que el 80% de los niños y niñas sufre malnutrición, y un 70% de la población es analfabeta, además de contar con 1,5 millones de trabajadores sin empleo (el 54,5% de la fuerza de trabajo).

Ante esta situación deberíamos preguntarnos ¿cuáles son las causas del empobrecimiento de Haití?. ¿Qué y quién ha llevado a Haití a tan terrible estado?.

La historia de Haití es la historia de un país lastrado por un pasado colonial de explotación, esclavitud y de permanente injerencia de las potencias extranjeras sobre su política y economía, que apenas le ha permitido consolidarse como un estado-nación, independiente y con capacidad de decisión. Más bien el debilitamiento de su Estado ha servido de excusa para la ingerencia de las potencias externas, y ha favorecido la expoliación de sus recursos naturales por su elite nacional corrupta, y por las potencias extranjeras y sus compañías transnacionales.

Haití fue el segundo país de América en obtener la independencia (1804), después de Estados Unidos, y el primer país del mundo en abolir la esclavitud. Pero estas hazañas le habrían de costar muy caras.

Las potencias coloniales y sobre todo Francia por lo que le tocaba, no supo asumir la derrota de su formidable ejército por parte de unos “esclavos negros” (organizados por un grupo de ilustrados esclavos e influenciados por los ideales de la Revolución Francesa). Un duro golpe para la “dignidad colonial blanca”, y un mal ejemplo para el resto de colonias, en las que además se seguía manteniendo un cruel sistema esclavista.

En represalia por ello, Haití fue ocultada, recluida y olvidada por el resto del mundo, durante decenios nadie quiso reconocerla.

Por el atrevimiento de su independencia, se la castigó a indemnizar a Francia con la descomunal cifra de unos 21.700 millones de dólares al cambio actual. Mucho más de un siglo le llevó el pago de la deuda, imposibilitando con ello cualquier tipo de inversión en el país. Esta deuda permitiría a las potencias acreedoras el acceso a sus recursos naturales.

Sobre estos cimientos se construyo Haití. Y así Haití, que había obtenido la independencia por la fuerza, fue creciendo entre terribles luchas internas y conflictos políticos, habituándose a una violencia que estructuró su sociedad, y así fueron sucediéndose dictador tras dictador, siempre bajo la atenta mirada de las potencias extranjeras que aprovechaban y cultivaban la debilidad del estado haitiano, preocupándose solamente de que sus gobernantes no perjudicaran en demasía sus privilegios y actividades económicas.

En 1915 Estados Unidos invadió Haití con la excusa de estabilizar el país y cobrar sus deudas. Casi 20 años duró la ocupación, durante este tiempo vendió las plantaciones de azúcar a compañías extranjeras e instauró una política económica favorable a sus inversiones. A su marcha dejó la Guardia Nacional que aseguraría sus intereses por mucho tiempo.
La llegada de la dictadura de los Duvalier (padre e hijo), apoyada por estados Unidos y los países occidentales, supuso 30 años de brutal violencia y terror, la mayor fuga de cerebros de su historia, así como el crecimiento descomunal de su deuda externa, la misma que sirvió para enriquecer a los Duvalier. Tanto que cuando Jean-Claude fue derrocado, la deuda representaba menos que la fortuna personal que la familia Duvalier guardaba a buen recaudo en bancos occidentales.
Y así con esta odiosa deuda, el pueblo haitiano quedó nuevamente esclavizado. Esta vez sus nuevos amos serían los grandes organismos internacionales financieros, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Estos aplicaron sus políticas neoliberales con rigor, imponiendo el desmantelamiento de los servicios públicos, la privatización de las empresas estatales rentables y la reducción de los aranceles a la importación de productos agrícolas, etc. Esto último provocó la destrucción de la agricultura que garantizaba la soberanía alimentaria del pueblo haitiano. Ello afecto principalmente al arroz, producto básico local que no pudo competir con el arroz americano, mas barato por estar subvencionado, y así arruinó así a miles de campesinos que no tuvieron más remedio que emigrar en busca de trabajo, a los barrios más pobres y míseros de la capital.
A partir de entonces, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la agencia de cooperación USAID, aprovechando la extrema pobreza y la falta de trabajo, iniciaron una estrategia de desarrollo para Haití, mediante la deslocalización de la producción de grandes multinacionales textiles, en zonas francas de Haití, empleando a población negra por sueldos de miseria (3 dólares diarios), sin apenas derechos laborales, y sin pagar ni un dólar de impuestos.

Antes del terremoto el sector textil suponía más del 75% del volumen de exportaciones y un 90% del PIB Haitiano, muy dependiente de la demanda y las ayudas arancelarias norteamericanas.

Finalmente la riqueza de Haití va para Estados Unidos, tal y como refleja la balanza comercial, con un saldo favor de Estados Unidos de 400 millones de dólares al año, que representa el 4% del PIB, siendo su deuda del 10% de su PIB.

Ni siquiera con la reciente experiencia de gobiernos realmente democráticos, se ha permitido a Haití ejercer su soberanía nacional. Jean-Bertrand Aristide fue tres veces presidente, puesto y depuesto por EEUU. En su última presidencia realizó un giro hacia una política de izquierdas y el intento de integrase en la estratégia económica Bolivaria (ALBA), lo que le valió su derrocamiento y exilio del país. Al actual presidente democrático Rene Preval se le ha dejándole muy poco margen de acción. Tuvo que dar prioridad al programa de ajuste económico del Fondo Monetario Internacional. No obstante, en los últimos años Preval ha tratado de introducir reformas sociales y económicas para mejorar la situación de los haitianos.

De la tragedia a la oportunidad: la refundación de Haití.

El terremoto del pasado 12 de enero de 2010, debe aprovecharse como una oportunidad única para la refundación y el desarrollo de Haití, eliminando de las causas de su empobrecimiento.

De poco van a servir las grandes sumas de dinero producto de la solidaridad de los miles de ciudadanos y ciudadanas del mundo y sus organizaciones sociales, ni los fondos para la reconstrucción comprometidos en la conferencia de donantes Para el nuevo futuro de Haití, si no se da una coherencia entre las políticas de cooperación para el desarrollo, y las políticas económicas y comerciales internacionales. Si no se modifican las normas del comercio internacional que hunden su economía, y si sus restricciones perpetúan su dependencia externa e impiden el despegue de su economía. Poco servirá, si las políticas de ajuste estructural del Fondo Monetario internacional y el Banco Mundial siguen empobreciendo a los haitianos (carentes del mínimo bienestar social), y debilitando al Estado, abriendo la puerta para que las empresas transnacionales campen a sus anchas, fuera de toda regulación.

Por tanto se hace necesario llevar a cabo un verdadero proceso de refundación, que establezca unos nuevos modelos de relaciones internacionales más justas, e igualitarias. Apostando en primer lugar por la soberanía nacional, profundizando su democracia, fortaleciendo sus instituciones y su sociedad civil, mediante la participación efectiva de la misma en su refundación. Requisito indispensable será la anulación total e incondicionalmente de la deuda haitiana. Además se deberán adoptar nuevas políticas favorables para la protección de mercado nacional, lo que permitiría cierta soberanía alimentaria, y favorecedora de sus exportaciones.

La refundación de Haití no debe ser orquestada por los mismos viejos actores que han saqueado al país durante años. La refundación del estado haitiano debe ser liderada por el gobierno haitiano, compartiendo y apoyándose en las organizaciones sociales y políticas, también en la diáspora haitiana.

La refundación de Haití debe realizarse con la misma dignidad, y sobre los mismos sólidos ideales por los que sus antepasados lucharon, esos nobles ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Y con esa misma dignidad que pudimos estimar todos aquellos que compartimos, el dolor y la experiencia de trabajar junto a la población haitiana días después de la tragedia.

mmontina@spanishaitiancham.org
www.spanishaitiancham.org

Rubrique: Divers
Auteur: MICHELET MONTINA | mmontina@marketing-logistics.com
Date: 3 Nov 2010
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